Ya que estamos a vísperas de la Salida Extraordinaria del Centenario de María Stma. del Mayor Dolor, hemos querido publicar de la revista de la Semana Santa de 1998, los orígenes de la Hermandad de la Pax para todos nuestros lectores.
Debido al voluminoso pleito sobre la asignación de día y hora de salida entablado en 1693 entre las hermandades de la Vera-Cruz, del Dulce Nombre y la Quinta Angustia en el que vamos a encontrar interesantes datos sobre la historia de la cofradía de Consolación.
Como en el primer informe que redactó el cura más antiguo de la Iglesia Colegial sobre las hermandades de Osuna no aparecía la Hermandad del Cristo de la pax, sus hermanos se personaron mutuo propio en la causa al estar ellos implicados por salir también el Miércoles Santo, día que ya procesionaba la Cofradía de la Humildad y día al que había sido trasladada judicialmente la del Cristo de la Sangre.
Tomás Romero Ponce y Francisco de Lugo, en nombre de la Hermandad de Ntra. Sra. de Consolación, San Roque y Santo Cristo de la Pax, como a su Hermandad no se le había fijado hora ni día de salida pidieron entonces licencia para procesionar el Miércoles Santo de 1968 a las cuatro de la tarde como era habitual, pues la cual hermandad desde su creación había salido el Miércoles Santo a las 4 de la tarde, para ello presentaron su primitivo libro de reglas, aprobado el 4 de Abril de 1653 por Ginés Balces de Brihuela, Maestro escuela de la Santa Iglesia Colegial de Osuna.
Estos precisos datos nos permiten asignar a la hermandad de la pax una antiguedad constada. Desechando así las viejas teorías sin base documental que situaban el nacimiento de esta corporación a finales del Siglo XVI.
De igual forma sabemos que también en tiempos pasados la hermandad tuvo de cotitular a San Roque, santo de gran devoción por su protección contra la peste y cuya imagen pervive aún en la parroquia de Consolación.
Gracias a este famoso y largo pleito podemos conocer algunos aspectos de las primeras reglas y de la vida corporativa de la hermandad a finales de los seiscientos.
El recorrido en el Siglo XVII era mucho más largo del que se hace actualmente, pues subía a la colegiata, tras pasar por San Pedro y Santo Domingo.
Así en el capítulo IX de la regla se ordena que cada año salga la procesión de sangre y ande las estaciones siguientes que saliendo de su casa, baje la C/ Antequera a dar a la plazuela de Salitre al parecer a la C/ San Pedro y Santo Domingo, subiendo la C/ Cueto arriba del convento de allí a la Iglesia Mayor descendiendo a San Antón y Santa Clara y la C/ la Huerta abajo a su casa desde donde salió.
El orden de la cofradía también queda reflejado en las reglas de una manera bastante pormenorizada que al principio de la procesión vayan los niños que hubiese vestidos y con ellos el guión el cual a de llevar uno de los diputados, (los niños van al principio de la cofradía y el diputado de tramo tiene que llevar el guión) y luego los hermanos que trajesen cruces y enmedia lleven la seña, la cual a de llevar uno de los mayordomos porque el otro ya esta dicho que se quede a de quedar en la iglesia adecentando el lavatorio y mirando del monumento, y desde la seña comiencen los hermanos de sangre y en cierto espacio vaya el cristo crucificado y lo lleven los hermanos señalados por el cabildo de oficiales y en el remate de la procesión vaya la imagen de Ntra. Sra., la cual lleven los diputados de la cofradía y vayan en la procesión los curas y los capellanes para que vayan cantando y se conviden los frailes del convento para que dos hermanos pidan con ellos para los gastos de aquel día y lleven los cetros del prioste y los alcaldes.
Para los hermanos pobres, que al parecer eran bastantes, se tenía preparados veinte hacheros con sus codales de cera. Para los más pudientes se establecía que debían ir vestidos en habito de penitentes, honestamente, sin llevar túnicas almidonadas, valonas de puntas ni cintas, ni dagas, ni espadas, ni acompañamiento su pena de excomunión mayor trina canónica.
La pérdida de gran parte del archivo de la hermandad, ocurrida en los años treinta, no nos permite conocer la vida corporativa a lo largo de los Siglos XVIII y XIX.
Debió desaparecer la cofradía en los oscuros años de la desamortización esclesiastica pues su nombre ya no aparece en la lista de cofradías ursaonensas realizada en marzo de 1846 por el arzobispado a instancias del jefe político de la provincia. Será ya a principios de esta centuria. Concretamente en 1908 cuando Eduardo Torrejón decida volver a Organizar esta hermandad.
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